3.12.1 – La Presencia y Propósito de los Dones Espirituales
La Iglesia Adventista del Septimo dia de la Creacion cree que el pueblo de Elojim se identifica en cierto grado por la presencia de los dones espirituales. Se nos ha dicho, “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.” (1 Cor 12:28) Efesios nos dice la razón: “Y El mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.” (Efe 4:11-12)
Ninguna indicación se ha dado en las Escrituras de que la Iglesia trascurriría por periodos de tiempo sin estos oficios y sin estos dones. En los últimos días, de hecho, se nos dice que la Iglesia tendrá el “testimonio de Jesucristo,” un elemento constituyente del “espíritu de profecía.” (Apoc 12:17,19:10)
Dos dones que valen la pena mencionar son los dones de profecía y de lenguas.
3.12.2 – El Don de Profecía
Los individuos con el don de profecía son proveídos por Dios para asistir en el desarrollo de las doctrinas Bíblicas, (Dan 9:10) para proveer una guía de examinacion e interpretación de las profecías existentes de la Biblia, (Amos 3:7) y para ofrecer mas claridad sobre los eventos futuros que los santos experimentaran. (1 Tim 1:18)
Los profetas no son adivinos, no son infalibles y frecuentemente emplearan símbolos de los objetos o eventos que ven en visión o en sueños. (Ezeq 5:1-4) Aunque hablan con la autoridad del Espíritu cuando se relacionan a visiones e iluminación, siguen estando sometidos a la voz del Cuerpo, en su totalidad. (1 Tesa 5:20-21) Las advertencias y las promesas que ellos dan deben entenderse como condicionales, como examinaremos mas adelante, de ejemplos bíblicos muy comunes, como la predicción de Jonás que Nínive seria destruida en 40 días.
3.12.3 – El Don de Lenguas
“Las lenguas” es otro punto de controversia en el Cristianismo Moderno. Los movimientos carismáticos y pentecostales ven a este don como una “oración secreta en otra lengua” para comunicarse con el Altísimo, llegando a un estado cercano al éxtasis donde el dominio propio y los patrones normales de comportamiento se pierden. Este estado, descrito como “ebriedad en el Espíritu”, se fundamenta sobre interpretaciones erróneas de versículos como los siguientes: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.” (Efe 5:18) y “De igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”
(Rom 8:26)
En el Primer versículo de Efesios 5, se usan dos palabras diferentes; “embriagar” es methusko, y “lleno” es pleroo. Pablo no esta relacionando aquí la ebriedad con el Espíritu , sino con el vino, Pablo esta diciendo que si alguien esta “pleroo o lleno” del Espíritu, (una palabra neutral) esa persona no deseara intoxicarse con fuentes no santificadas como el vino (fermentado).
Igualmente, Romanos 8 no habla de una oración secreta en otra lengua, porque los gemidos del Espíritu en ese contexto no pueden pronunciarse!
La palabra desconocida o oculta que frecuentemente vemos junto con la descripción Bíblica del don de lenguas es añadida por traductores. La palabra “lenguas” simplemente significa “lenguajes o idiomas.” En todo contexto en las Escrituras, el lenguaje hablado era entendido al menos por una persona o un intérprete que revelaba el significado a los demás. Pablo específicamente escribe que sino hay un interprete o traductor presente, la persona que esta hablando en un idioma o lenguaje no familiar debería quedarse callada. (1 Cor 14:28)
Aunque los Pentecostales dicen que su don de lenguas es fundamentado (como lo indica su nombre) sobre los eventos que ocurrieron en el Pentecostés, registrados en Hechos, nosotros vemos claramente que este don fue dado para que los individuos de otras naciones pudieran escuchar y entender el Evangelio en su idioma nativo. “Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.” (Hechos 2: 7-11)
En ningún otro lugar de la Biblia vemos una indicación que difiera al propósito principal del don de lenguas y a las descripciones que nos son dadas (es decir, en el hogar de Cornelio) de hecho indican que el don dado en aquellos tiempos fue precisamente el mismo don descrito en Hechos 2: “Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? … Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.” (Hechos 10: 45-47, 11:15)